martes, 25 de junio de 2013

Tanzania rumbo al sur (1) - ¿Mama Masai foto?

Creo que ya te he contado alguna vez que las fronteras son un puto dolor de muelas, ¿verdad? Pues la frontera de Kenya a Tanzania camino de Arusha las deja todas a la altura del betún. La primera en la frente: al salir de Kenya un tipo con malas pulgas en aduanas nos dice que nos falta no se qué papel de las motos, que al parecer deberían habernos dado al entrar, pero que no está. Además nos pregunta cómo cojones hemos llegado hasta aquí sin un Carnet de Passages, que eso es imposible. ¿Cuántas veces más tendremos que escuchar que las cosas son imposibles? Es igual, al final a regañadientes nos larga de allí (¿y qué va a hacer, en cualquier caso?). Mientras todo esto le sucede a Mauro, yo vigilo las motos ante la insistente cháchara de unas abuelas Masai que se empeñan en colgarme pulseras y collares, "es un regalo" dicen. Sí, sí, lo que tu quieras, pero no quiero comprar nada tronca. Intentando a ver si se callan saco la cámara y me dedico a hacer fotos de alrededor. En una de ellas las abuelas se plantan delante de la cámara y disparo. Y vuelta a empezar. "Mama Masai foto, Mama Masai pagar. Sí Papa. Mama Masai no foto gratis. Tú Mama Masai foto, tú pagar Mama Masai." No, Mama, déjame en paz tronca. Y así durante media hora.

Salimos escopetados de suelo Kenyata, dejando atrás a las Mama Masai y atravesando una frontera de mierda a medio construir bajo las persistentes nubes grises. Espero que Tanzania nos trate mejor que Kenya. Qué lástima, de verdad. Al llegar a Tanzania volvemos a las de siempre. Visado, ok no problem. Aduanas, espera amiguete que esto va para rato. Otro igual.

- ¿Dónde está tu carnet de passages? - Pues no lo tengo oiga. - Pues tienes un poblema, sin CdP no puedes pasar. - Pero vamos a ver, si no tengo CdP ¿cómo cojones he llegado hasta aquí desde Sudáfrica? Es más, ya he entrado antes en Tanzania y no me han puesto ni una pega. - Ah, pues no sé, habrás pasado ilegalmente.

Claro, claro. Esta mañana me he despertado con un dolor de muelas de cojones, y mi humor no anda precisamente para andarse con gilipolleces. Le explico al tipo de aduanas qué es un TPI, un permiso temporal de importación, como el que llevamos haciendo desde que salimos. Me pide los papeles de la moto. Se empieza a hacer líos con los números de licencia y números de matrícula, que para más inri en Sudáfrica son dos números distintos mientras que en el resto del mundo son el mismo número. La discusión lleva una hora entera, sólo para que se decida a ponerse a teclear en el ordenador y rellenar el formulario del TPI. Teclea sólo con los índices, y escribe mal la marca de la moto (Yahama) y mis apellidos (Fabregues Hernandez). Todo a una velocidad que haría rivalizar a un caracol con Fernando Alonso. Se mira las uñas. Se rasca la cabeza. Se pone a ayudar a su compañero a rellenar otros papeles. Le da a imprimir. Me pide que le acerque los papeles desde la impresora (!!!!). Saca el sello. Se pone a mirarlo. Se pone a limpiar el sello de mierda con un alfiler. Sigue limpiando el sello de mierda. Vuelve a mirar el sello. Busca la caja de la tinta del sello. Vuelve a mirar el sello. Moja el sello. Vuelve a mirar el sello. Vuelve a mojar el sello. ¡¡VAMOS PEDAZO DE MIERDA QUIERES ESTAMPAR MIS PAPELES DE UNA PUTA VEZ!! Menos mal que mi cabeza es un sitio insonorizado, aunque creo que mi cara de cabreo le deja claro lo que pasa por ella. Pone una sonrisa divertida y estampa el papelito de los cojones.

- Y esto me lo quedo yo. - Señor, esos son mis papeles originales. - Oh, vaya pues necesitamos una fotocopia. Y por supuesto, nuestra máquina está estropeada.

Me cago en los muchachos.

- Necesitará usted también una fotocopia de mi pasaporte, ¿no? (no me jodas más chaval que te voy a morder la cabeza) - Ah, sí, claro (qué lástima que te hayas pispado de esa, si no te tenía aquí otra hora) - ¿Dónde puedo hacer fotocopias? - Aquí al salir a la izquierda, que hay una oficina de correos.

La oficina, por supuesto, está cerrada.

Me quejo y el tipo concede darle los papeles a una señora que pasaba por allí, ladrándole algo en swahili que espero signifique "hazle las fotocopias al Mzungu este anda, que ya me he cansado de tocarle los huevos". La señora coge mis papeles y le enchufo los de Mauro, antes de que tengamos la misma con él. Al rato vuelve, por fin, y repite todo el rito del sello. Desesperado recojo mis papeles y salgo de la sala tratando de no morderle un ojo a nadie. Ahora le toca a Mauro. Y 20 minutos después veo a Mauro encogiéndose de hombros mientras el tipo, sonrisita sornosa en la cara, teclea su nombre con dos dedos a aproximadamente una pulsación por hora.

Dos horas después de haber dejado a Mama Masai con un palmo de narices, entramos por fin en Tanzania. Y el cielo sigue gris.

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