lunes, 17 de junio de 2013

Tanzania rumbo al norte (1) - ¡Barabara is full of jokos!

Hay unas cuantas constantes en las fronteras por tierra. La primera es que según te acercas al puesto fronterizo aparecen de la nada una nube de moscardones (buscavidas, conseguidores, o agentes de fronteras según quien los nombre, siendo esta última la acepción que ellos mismos se otorgan) que te avasallan queriendo ayudarte. Rápido, rápido, mister, por aquí, primero haz aquí el pasaporte y luego bla bla bla. Su estrategia es no dejarte pensar, pillarte desprevenido y que cuando quieras darte cuenta tengas a una persona haciendo todos los trámites por tí. Y por supuesto, eso luego no sale gratis. Algunos te pedirán una ayuda para comer, otros una donación por su ayuda. Los más atrevidos te empezarán a contar milongas sobre nosequé mierdas de tasas de emisiones, impuestos de carreteras y seguros de viaje que tienes que comprar, y que por supuesto valen veinte veces lo que deberían. Y esta es la segunda constante de cada frontera: invariablemente, da igual el país donde estés cruzando, te van a intentar vender una cantidad de mierda que no existe o que no necesitas. Oh, y por supuesto, la de los cambistas. Siempre dándote el mejor cambio, por supuesto...

Perro viejo, curtido en ya unas cuantas de estas fronteras africanas, ignoro a la nube de buscavidas que se me echa encima nada más llegar y me voy directo a inmigración (debería ser emigración, porque salgo, pero bueno) y entrego mi pasaporte con la mayor sonrisa que puedo ofrecer. Miro un poco nerviosillo a la página donde la tipa busca el sello de entrada. Está más ocupada en charlar con sus colegas, así que igual cuela. Finalmente detiene su mirada sobre el numerito de los días y le da una voz a otro tipo. Ya está, la hemos cagado, a ver lo que me cuesta la bromita. Como habla en chewie, no tengo ni papa de qué está diciendo, pero mira de vuelta al sello, de vuelta al otro tipo, y de repente me mira, me sonríe, agarra el sello y sin mirar el papel de un hostiazo estampa la salida y me dice que tenga un buen día. ¡Ole!

Pasamos el control y cruzamos el río que hace frontera natural con Tanzania. Según a quién le preguntes, claro, porque llevan años pegándose para delimitar la frontera. Llegamos al otro lado y empezamos con la misma cantinela de cada frontera. Que si necesitas un seguro de Comesa, que si sígueme, que si la abuela fuma... Qué pesaditos, la leche puta. Nos ponen otro nuevo visado, de los de página completa y relleno a mano, en los pasaportes. 50 dólares del copón. Ay. Y empieza el baile de trámites para las motos. Que si necesitas fotocopias de todo, por triplicado por favor, oh, si claro, fotocopias allí fuera de la frontera. En total casi dos horas allí clavados. Sacamos pasta en un cajero y estamos listos para rodar. ¡Estamos en Tanzania! Karibu tena!

La alegría se corta a los pocos metros cuando un cachalote disfrazado de mujer policía con el culo más grande que he visto en mi vida (podia bloquear ambos sentidos de la carretera sólo con su culo) nos da el alto y nos empieza a pedir a voces el seguro de Comesa. "Mire, tengo estos documentos, que demuestran que tengo seguro..." "NONONONONO, ¡¡¡seguro COMESA!!! ¿Dónde está tu seguro Comesa?". Seguro que te suena la historia, ¿verdad? Yo me veía ya teniendo que soltar más pasta cuando de repente a la señora cachalote le entra un viento y nos dice "Bueno, por esta vez está bien, pero a la próxima quiero ver tu seguro Comesa. ¿Está caro?". Sí mi general, a sus órdenes señora cachalote. Lo que usted diga, señora cachalote.

Tiramos dejando atrás la frontera, pero ya se nos está haciendo tarde así que habrá que llegar a Mbeya y hacer noche allí. La carretera es buena al principio, pero de repente empieza a tener tramos alternados de obra, con primero el carril izquierdo en grava, durante varios cientos de metros, y después el derecho. Y así un rato largo hasta que llegamos a otro de esos tramos que tiene un mono operando una banderita roja que sugiere que paremos. El diálogo reproducido a continuación para tu uso y disfrute ha sido mantenido en su versión original, con traducciones lo más fidedignas posibles entre paréntesis.

Mauro: "Hi, we want to cross" (Déjame pasar, anda, haz como que no me has visto)
Mono: "eorihvoireapvCLOSEDasdhsaodi". (Indescifrable montón de palabras con la palabra "cerrado" entre medias
Mauro: "What? Closed?" (No me jodas!!!)
Mono: "Barabara is full of jokos!!" (¡¡Por la mañana me gusta desayunar Chocos!!)
Kali: "WHAT?" (¿Mandeeeeeee?)
Mono: "Barabara is full of jokos..." (Que la barriga llena de Chocos)
Kali: "Err..."
Mauro: "Arr..."
Kali: "Sorry, what's 'jokos'??" (Ola ke ase, que cojones me cuentas de los chocos)
Mono: "CAAAAAAARS!" (joder tío, coches, ¿qué va a ser? Si es que tengo que explicártelo todo)
Kali: "And what is Barabara?" (Y entonces eso primero que has dicho ¿qué es lo que es?)
Mono: "Meh, " (pensativo por un instante) "go!" (Anda lárgate y déjame en paz).

Ni que decir tiene que ni nos enteramos qué hostias eran barabara o jokos hasta hoy (porque se me ocurrió preguntarle a Blaise, no por otra cosa) y que a los 20 metros de recibir el ok venga tira millas, apareció de frente una flota de camiones. Arcén mediante, seguimos subiendo al norte hacia Mbeya. Pero lo que prometía ser un placentero viaje nos hace parar de nuevo. Ahí delante mío la prima pequeña de la agente Cachalote se yergue, mano en alto, invitándome amablemente y con una sonrisa a parar.

Cachalotita: "Viene usted muy rápido"
Kali: "No señora, no lo creo"
C: "Pues va a ser que sí"
K: "¿Pues qué quiere usted que hagamos ahroa?"
C: "Como es una ofensa menor, vamos a hacer lo siguiente: Vosotros me dais 10.000 schillings (4 pavos y medio) y yo no os doy una receta, ¿vale?"
K: "Pero señora, venga, que de verdad que no..."
C: "Pasta. Ahora. Dar."
K: "¿No podemos discutir esto como personas civilizadas?"

De repente cachalotita perdió su capacidad de comunicarse en Inglés...

C: "¿Cómo? No te entiendo. ¿Hablas swahili?"
K: "¡Pero si me estabas hablando en inglés!"
C: "¿Mande? Swahili. Pasta. Dar. Ahora"

Le soltamos un billete de 10.000.

C: "No, cariño, los dos. Pasta. Ahora."

Otro billete de 10.000.

C: "Muchas gracias chicos. Os quiero tanto... Me encanta tu pelo, por cierto"

Es fascinante como 20.000 schillings son capaces de hacer recordar el habla inglesa. Increíble.

Mbeya aparecería pronto después de este atraco a mano armada, y nos daría el primer aviso de Tanzania. Media hora de caravana de camiones para pasar al otro lado donde un camping nos esperaba. Con una mezquita al lado.

¿Sabías que a las 5 de la mañana todas las mezquitas empiezan a gritar a pleno pulmón "Allah Akhbar" durante una hora? Yo tampoco.

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