martes, 28 de junio de 2011

Mi(s) rodilla(s)

Algunos no lo sabréis, la mayoría sí. En Marzo de este año tuve una caída tonta en la moto de un colega. Empezando a llover, alguien hizo un extraño delante de la moto y como acto reflejo toqué el freno delantero, con la mala suerte de pisar en ese momento una línea de pintura en el suelo para separar carriles. Si las calles de Shanghai son deslizantes de por sí, al empezar a llover y sobre esta pintura la cosa asemeja a una pista de hielo. Bastó con tocar la maneta de freno para que la rueda delantera bloquease y la hostia llegó a mi boca (literalmente) antes de poder nombrarla.

El resultado de la tontería no pudo ser peor. Lo que debió ser un golpe tonto (no ibamos ni a 20 en ese momento) provocó máximos daños. Silvia se rompió la clavícula y mi pierna quedó atrapada debajo de la moto, pero no mi cuerpo, que por la inercia se movió algo más haciendo "crac" en mi rodilla derecha.

Diagnóstico: PCL (Ligamento Cruzado Posterior) roto.

8 (¡sí, ocho!) años atrás, jugando al fútbol-sala e intentando un regate que ni Ronaldo en sus años mozos, mi rodilla izquierda hizo "crac" también. En su día tuve meses de rehabilitación para recuperarme de aquello. Era el ACL (Ligamento Cruzado Anterior). 8 (que sí, que ocho) años después de aquello con algunos (no, ocho no, 15) kilitos de más, y con mi rodilla derecha recién jodida por el puto PCL, mi querido ACL izquierdo volvió a dar por saco al recaer (nunca mejor dicho) sobre él todo el peso de mi cuerpo. Y estamos hablando de MUCHO peso.

En los últimos 2 meses he ido andando como buenamente he podido, lo que significa más bien poco: correr es algo que ha quedado fuera de mi diccionario, y subir escaleras es un verdadero calvario que sufro religiosamente a paso de octogenario fondón.

Despacito, sin prisa, desde que dejé las muletas voy andando poco a poco algo más cada día, y a diario en el curro me enfrento varias veces, como el Kung-fu Panda, a mi archienemigo: las escaleras (la oficina es una especie de loft y mi mesa está en el piso de arriba, os recomiendo las fotos del enlace). Subirlas es difícil, pero ¡ay! bajarlas, con dos rodillas jodidas... No se lo deseo ni a mi peor enemigo.

Poco a poco el ejercicio se deja notar y la rodilla gana algo de fuerza a costa de fortalecer el cuádriceps, y aunque la cosa aún anda lejos de estar bien ahora puedo andar con cierta normalidad, y mantener el peso de la moto con ambas piernas. Aún así tendré que cuidármelas bien para el viaje si no quiero pasarlas putas.

Mañana tengo la última sesión de compras de material para el viaje. Aparte de mi rodillera de neopreno que ya tengo me haré con unas protecciones para las rodillas por lo que pueda pasar.

Esperemos que aguanten todo el trayecto.

P.D.- SÓLO QUEDAN 3 DÍAS

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