sábado, 25 de mayo de 2013

Día 9 - El largo camino al Este

Después de nuestra gran aventura por Lesotho parece que todo nos sabe a poco, y Sudáfrica se nos antoja ahora un lugar viejo, conocido y casi aburrido.

Apenas nos parece reseñable el parque natural Golden Gate, que de hecho cruzamos ayer al salir del país de las montañas (pero que no cabía en el post de ayer) aunque en si mismo es una maravilla digna de visitar. 25 kilómetros de carretera atravesando sigilosa y humilde un parque natural donde el mundo parece conservarse perfecto a salvo de la mano del hombre, con ríos de ensueño, montañas cortadas repletas de grutas cual queso de gruyere, y praderas eternas por las que se pasean ajenas a la evolución manadas de antílopes, caballos y cientos de animales irreconocibles en la distancia y la noche que se cernía sobre nosotros.

El día después, en cambio, nos deparó el chasco del parque de Royal Natal que resultó ser un camping envidiable para trekkers incombustibles, pero de escaso o nulo interés para el viajero en moto ocasional. Perdido el tiempo en ver nada nos dispusimos a poner la directa rumbo al Este, con el difícil objetivo de llegar lo más cerca posible a la frontera de Swaziland. Más de 400km en línea prácticamente recta atravesando llanuras inconmensurables repletas de granjas, pastos, y algún que otro sitio histórico de sangrientas batallas, vaya usted a saber de qué guerras (lo sé, de hecho: la segunda guerra de los Boer, entre los ingleses y los holandeses).

Dando a las motos toda la zapatilla que las montañas denegaron por tres larguísimos días fuimos acercando a un ritmo vertiginoso la deseada frontera. Llegamos tarde, casi de noche, pero a salvo, a nuestro último destino sudafricano por un tiempo: Piet Retief, agujero de mala muerte a escasos 40km de las tierras del rey loco.

Mañana saldremos hacia Swaziland, minúsculo país regentado por un curioso rey que se regala a si mismo jets privados y colecciones de 356 mercedes por su cumpleaños, que se agencia más de 17 mujeres y que decide la muerte al azar de quien le toca los cojones, pero aún así mantiene la lealtad inquebrantable de un pueblo que sobrevive a duras penas con el equivalente a 1,25 dólares al día, luchando con la plaga del sida que afecta a más de la mitad de la población en edad de tener hijos, y que apenas llega a 47 años de esperanza media de vida.

Cruzaremos el país del rey loco, si las condiciones de la carretera lo permiten, en un solo día para llegar a la capital de Mozambique, Maputo, inicio del camino al norte.

Pero hasta entonces, mañana pondremos otra estampa en nuestros pasaportes. Aún quedarán 7 más. ¿Te lo vas a perder?

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