miércoles, 22 de mayo de 2013

Día 7 - Aprendiendo lecciones

Mantendré esta entrada breve porque estoy totalmente agotado...
Lesotho nos está gustando tanto que, aprovechando nuestra visa de 3 días decidimos dar una vuelta y salirnos de las carreteras principales en la zona baja del país para visitar los Highlands, las montañas. Resulta irónico hablar de Highlands cuando la parte más baja tiene una altitud media de 1600 metros. Ahí es nada.
Así que nos aventuramos por la carretera A3, que según el gps era de grava, pero que resultó ser de un asfalto perfecto como si lo hubieran plantado ayer. La ascensión dura unos 80km en los que no hay una sola recta, pero tampoco una pizca de gravilla, y te invita a curvear sin parar. Las vistas son impresionantes pero llega un momento en el que las ignoras porque la carretera es tan, tan divertida, y nunca se acaba, y te pierdes del mundo en un vals con la moto, izquierda, derecha, izquierda, derecha...
Es el sueño de cualquier motorista. Apenas pasa un coche cada media hora, y siempre tienes buena visibilidad para prepararte y que no te pille de sorpresa. El plan es llegar a Mokhlotong (sí se llama así), la única "ciudad" en los Highlands, hacer noche allí y mañana estudiar la posibilidad de cruzar la frontera en el paso Suni. La carretera esta allí marcada como "sólo 4x4", aunque hablando con gente nos aseguran que con estas motos es perfectamente posible. Después de haber oído tanta patraña sobre Lesotho ya no sabes que creer.
A unos 90km de Mokhlotong la carretera pierde el asfalto y empieza la grava. Bueno, en un par de horas podemos finiquitar eso sin problemas, eso nos daría las 4:30 en destino. Factible.
Pero a cada kilómetro que pasa la carretera se hace peor. De grava pasa a piedras, rocas, roderas, y ocasionalmente barro. Se hace increíblemente difícil seguir. Pero aquí no hay nada, y siempre parece que va a mejorar.
Cruzar roderas es un acto de fe. Tienes que confiar ciegamente en la moto, meter gas con cuidado pero con decisión, y nunca nunca nunca dudar. Si dudas y paras la moto, te caes. Cuesta arriba, voy siguiendo a mauro, y coge el lado equivocado de la pista, a mitad de la subida duda y cruza una rodera casi paralela a la cuesta. Al dudar nuestra distancia se reduce y yo no tengo sitio para dar gas. Reduzco, me quedo sin inercia, me paro. El pie busca suelo en vano, y como a cámara lenta la moto se inclina hasta ese punto de no retorno. Me tenso como un palo, no saques el brazo, no saques el brazo, no saques el brazo...
Llego al suelo. Estoy cubierto de barro hasta el casco. Por suerte no había piedras aquí, sino barro, y he caído en blandito. Ella se ha tumbado sobre un costado, y en plena cuesta arriba no hay manera humana de que yo solo la levante. Unos lugareños avisan a Mauro, que vuelve temiéndose lo peor. Puedo leer en su mirada "No, otra vez no", pero no ha habido daño alguno excepto tal vez en el orgullo. Vaya caída más tonta.
Seguimos y cruzamos el paso más alto de nuestro camino, a 3200 metros, y allí donde por fin empezamos a ver nieve, allí nos pilla la noche. Aun estamos a 24 kilómetros del sitio que conocemos que da alojamiento. Tenemos que acampar ahora que aún tenemos algo de luz. Aunque estemos en el puto sitio más alto del camino. Una señora pasa mientras preparamos el campo y nos dice que bajemos un kilómetro más donde hay una casa y pidamos alojamiento allí, porque tiene miedo de que nos pase algo aquí, este sitio no es seguro.
Así que decidimos empaquetar y volver a la "carretera" de noche. En primera y despacito. Y seguimos así otros 15 kilómetros hasta que por fin llegamos al backpackers que nos habían contado. Exhaustos, pero felices de haber podido superarlo. Son las 7 de la tarde.
Lecciones aprendidas: necesitamos comida en lata por si acaso (no habíamos comido nada en todo el día) y nos vamos a mantener sobre asfalto todo lo posible. Oh, y sobre pistas de off road cómo esta, nuestra media es de apenas 20 km/h.
Mi pierna tiene un arañazo y un moratón considerable, probablemente de la moto cayendo sobre ella. Por la mañana está bien, pero anoche estaba hinchada como nunca había visto en un ser vivo. El esfuerzo después del golpe no ha ayudado nada. No duele apenas y todo se mueve bien, así que es sólo el golpe. Pero de nuevo, lección aprendida.

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