viernes, 8 de julio de 2011

Yunnan

(Ahora sí, María)

El día empezó triste. Triste y gris. Las nubes lo llenaban todo y yo no tenía ánimos para cantar en el casco. Al montar las maletas en las motos pude ver con detenimiento los efectos de la caída de ayer. También había podido sentir cómo el hombro y el codo me dolían un poco más de lo que pensaba, pero nada más que una pequeña contusión.

Al aparcar la noche anterior había prometido a la Flaca que le daría un pequeño tratamiento de mantenimiento por haberla tirado al suelo. Pero lamiendo sus heridas me llamó mentiroso cuando Mauro insistió en que prefería aprovechar el día hasta la hora de llover, para evitar la de ayer. Ya haríamos mantenimiento por la tarde mientras lloviera.

Así salimos de Tianyang en dirección a Baise, donde entraríamos de nuevo en la autopista saltándonos la normativa una vez más. La carretera aquí era anodina, sosa, sin curvas y con mucho tráfico. La flaca refunfuñaba bajo mis piernas y me preguntaba por ese tratamiento de spa que la había prometido. Yo miraba triste hacia delante fingiendo no oirla, pero ella sabía bien que la estaba escuchando perfectamente.

Como estaba enfadada, no terminaba de responder bien. Yo aún no había olvidado la caída y no me sentía del todo seguro. Contínuamente me rallaba con cualquier ruidito, vibración o anomalía en la moto que pudiera indicar algún problema serio derivado de la caída. 慢慢走. Ve despacico, con cuidado.

Al llegar a Baise llenamos sopa para tirar sin parar hasta Yunnan, ya hemos experimentado muchas veces que la policía de Guangxi nos saca de la autopista. Pasamos el peaje de entrada como siempre y a tirar millas. En la autopista vamos despacio, 80-90 todo el rato (tampoco es que la moto de para más sin estrujarla) y poco a poco en las curvas de autopista me voy reconciliando con la flaca. Siendo realista, de todas maneras, tiene ruiditos. Y  a veces da algún tirón. Eso es la cadena, fijo. Esta mañana al revisarla vi que tenía una holgura del copón de la baraja. La Flaca me va a castigar por no tensarle la cadena. Un coche de la policía nos adelanta. Nos pita, pero pasa de largo y no nos dice ni pío. Contentos con nuestra suerte, seguimos para alante, con la duda de si nos estarán esperando en la siguiente salida.

Seguimos dejando millas atrás y también las nubes, mientras la autopista va subiendo más y más, como loca. Tanto que a veces hay que meter tercera porque ni la cuarta tiene fuerza. Un poco más alante, otro peaje. Joder, qué pesados. Al aproximarnos vemos que hay 3 tipos fuera de las casetas, como esperándonos. Voy delante. Veo que el hueco de siempre, a la derecha, tiene mucho tráfico, pero me doy cuenta de que el carril de la izquierda tiene mucho espacio en la barrera, y para allá que me tiro. Uno de los tipos me levanta la mano en señal de alto y le ignoro, pasando cerca de él y por el hueco. Acelero. Al subir de marcha el embrague hace un raro y se mete un falso punto muerto entre 2ª y 3ª, pero recupero y tiro más. Miro al retrovisor. Mierda. Mauro está con la moto tumbada, parado delante de la barrera.

Me paro y vuelvo unos metros atrás hasta el área de después del peaje. Desde ahí veo como hablan con Mauro y le quitan las llaves. Se quita el casco y se pone a hablar con los tipos. Bueno, mala suerte, no me voy a ir sólo, habrá que volver. Otra patrulla de la policía pasa por el peaje, ve el percal, y sigue adelante sin decir nada. Raros, pero no me parece mal. Vuelvo a donde está Mauro y los tipos nos hacen unas fotos, muy poco amigables, y nos dicen que tenemos que salir por un hueco en el muro a la carretera de mierda que rodea la autopista.

Un par de kilómetros más alante vemos que hay otro peaje, y pensamos en entrar por un hueco igual al que hemos salido. El plan es perfecto, y con la ayuda del satélite de gúguel maps vemos por dónde entrar. Pero al llegar allí vemos a un tipo de seguridad apostado en la entrada. Hablamos con él, intentándole convencer de que nos deje entrar. Le ofrecemos hasta pasta, pero nada. Así que volvemos a la nacional, que remedio.

Un poco más alante, otra entrada a la autopista. Nos acercamos y el personaje de la entrada nos para diciendo que de acuerdo a la regulación de tráfico de China, no podemos entrar con motos en la autopista (casi puedo recitar esa frase en Chino de memoria, de tantas veces que la he oído). Mauro vuelve a ejercer su comeorejismo y le convence de mirar a otro lado mientras pasamos depirsa por la barrera. Ole ole ole. Back on the road again.

Tiramos un montón de kilómetros, y entramos en las montañas de Yunnan. El paisaje es fascinante. Parecen las montañas de Suiza, y allá donde mires ves montes escarpados con cortados increíbles y terrazas de arroz por doquier. Todo lo sembrable (y parte de lo insembrable) está sembrado. En las laderas más escarpadas se agolpan los trigales. ¿Quién recogerá todo eso?

La respuesta surge un poco más alante, cuando empezamos a ver a gente andando por la autopista con fardos llenos de cosas a las espaldas. Minorías étnicas, que suena muy bien, pero que es sinónimo de pobreza absoluta. Niños por la autopista, mogollón de niños. A veces hasta con un caballo. Todos ataviados en coloridos trajes típicos que se ve que no se han cambiado ni lavado en años. ¿Qué hostias hacen en la carretera? ¿Yo no puedo entrar en moto pero estos a pata sí?

Pero todo tiene una razón de ser. La Flaca apenas puede subir en cuarta, y entramos en túneles de casi 1 km de largo que cruzan de uno a otro valle. El túnel está lleno de minorías andando. Ahora lo entiendo, ¿cómo si no pasar de un valle a otro? Con estas montañas llevaría días...

Nos vamos quedando sin sopa. Habrá que parar. Llegando a la gasolinera me meto detrás de un camión, tengo un mal presentimiento. A la entrada, la autopista se corta con unos conos de policía. Mierda. Entro detrás del camión pero por el rabillo del ojo veo a un policía que cierra el acceso y que nos señala. Llegamos al surtidor, pero sabemos que nos han visto. Vamos a hacernos los locos (otra vez). Charlamos con ellos mientras repostamos, la misma cantinela de siempre, por aquí no podéis. Esta vez hay un matiz distinto. Nos dicen "tenéis que venir con nosotros a aquella caseta de la policía". Esta vez parece serio. Vaya. Parece que nos van a pedir documentación y a empapelar, y nos preparamos para lo peor. El tipo llama por teléfono y se entera de que ya nos han echado en Guangxi. Llama otra vez por teléfono.

Paulo Coelho escribió una vez: "Cuando tienes un sueño, el universo entero se conjura para que lo puedas cumplir".

El tipo vuelve. Ha hablado con su superior. Podemos seguir adelante por la autopista. No hagas preguntas. "Id con cuidado". Por supuesto señor agente. Tira millas. Gracias, universo.

Pero apenas 50 km más alante la flaca empieza a flaquear. Mal. Da muchos tirones y amenaza con pararse un par de veces. Le digo a Mauro que hay que parar, que tengo que tensar la cadena sea como sea antes de que se parta. Salimos en la siguiente estación de servicio. La flaca por fin tiene su tratamiento: tensado y engrasado de cadena, limpieza del filtro del aire, cambio de aceite... todo fácil. Como nueva. Pero otra patrulla, esta de guardia de carretera (distinto a la policía) aparece y nos dice que nos tenemos que ir. Discutir no sirve. Decirle que llame a los maderos que nos han dejado seguir tampoco. Nos van a escoltar fuera para asegurarse de que no hacemos pirulas.

Mosqueados con tanta policía decidimos que vamos a tirar al sur. Vietnam está a sólo 70 km de aquí, en lugar de los más de 800 que nos quedan hasta el paso de Laos. Merece la pena intentarlo, y total, de la autopista ya sabemos que nos echan.

Al tirar al sur descubrimos una de las carreteras más bonitas del mundo. Montañas increíbles, valles interminables llenos de terrazas, verde por todos lados... Cada pueblo que pasamos huele a leña quemada para hacer la cena. Por todos sitios corren animales: perros, cerdos, bueyes... Ahora que no vamos por autopista podemos hacer fotos. Paramos cada 100 metros, y lo haríamos cada 5. Si ya te echo de menos detrás en la moto, ahora mucho más, podrías hacer todas las fotos del mundo sin tener que parar.

La carretera, en perfecto estado, serpentea arriba y abajo, haciendo una ruta maravillosa. Los valles, verdes a rebosar, llenos de campos y de arrozales por doquier, se alargan siguiendo trazados de ríos que bajan cristalinos invitando a meterte en ellos. Las montañas, increíbles, cortadas a cuchillo, se yerguen como agujas que sostienen el cielo protegiendo a los Yunnaneses.

Yunnan, la tierra del sur entre las nubes. Ahora entiendo el nombre.

[caption id="attachment_194" align="aligncenter" width="490" caption="Yunnan, la tierra al sur entre las nubes"][/caption]

9 comentarios:

  1. Adelante, por favor, adelante o un poco mas allá o pasado un rato o a unos kilómetros o en el sigueinte peaje pero no más alantr

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  2. Tengo una cicatriz del sol que siempre me recordará esa provincia.

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  3. juderrr con el lado oscuro!!..."V"ueno, "v"erde!
    que manía con la autopista!!
    que ca"b"ezones!!...¡Asumirlo yaa!!
    No sé como son esos amarillos en la tierra "v"erde,
    pero tened cuidado!!
    ¿que armas lle"v"an todos esos que intentan manteneros
    fuera de la autopista??
    Espero que no topéis con alguno de esos con gatillo ligero!!
    ...esa "flaca" es mucho mas resistente a los suelos que "la gata"...
    las "v"araderos se hacen mucha mas pupa cuando "b"esan el suelo!
    y tu kali, ¡cuida din! te diría que te quiero sano y sal"v"o de regreso
    con "la flaca" cargando con tus grandes güe"v"os,...pero como eso
    ¡"v"a ser que no!...regresa cargando tu con tus grandes güe"v"os sanos y sal"V"os!!!
    ¡QUE "V"IEN SUS LO ESTAIS PASANDO!!
    ¡QUE HERMOSO "V"IAJE!,

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  4. Menos mal que en China no hay Picoletos....... :)

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  5. Lo de la autopista tiene su sentido. Leete el proximo post sobre la etapa de hoy...

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  6. Aqui los picolos moririan de apoplegia instantanea de tanta barrabasada junta que se hace...

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  7. Con tu relato he estado un ratito en Yunnan. ¡¡¡Y sin volar!!! Gracias

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  8. Jeje gracias tron, viniendo de tí, eso es decir un montón. Me alegro de tenerte por aqui...

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