sábado, 23 de julio de 2011

La otra Tailandia

El día después se levantó tan oscuro y lluvioso como había sentido el anterior. Durante todo el día llovió tanto como nunca pude imaginar, y combinado con tremendos vientos laterales la cosa no se hacía ni un poco graciosa. En varios tramos no había huevos a pasar de 60, primero porque la lluvia no te dejaba ver más allá de tu nariz, pero además porque el suelo era una auténtica pista de patinaje. Como siempre digo, menos mal que las carreteras en Tailandia son la rehostia, no me gustaría imaginar esta lluvia en los patatales de Yunnan.

Sobreviviendo y aguantando el hecho de que ni tan siquiera la ropa de lluvia nos protegía ya de terminar empapados fuimos desandando camino hasta el desvío que tiraba para Bangkok. La ruta de vuelta la hemos planeado cambiando Chiang Rai en el norte y el paso en ferry sobre el Mekong por el cómodo Puente de la Amistad que une la meseta nordeste de Tailandia con Vietiane (o Viang Chang, según quien lo transcriba), capital de Laos. Y para llegar allí había que cruzar la Gran Urbe: Bangkok.

¿Recordáis aquello de que Tailandia apenas tiene industria? Bueno, pues no es del todo cierto. Lo que pasa es que está toda aglomerada en los alrededores de Bangkok. Al aproximarnos a la ciudad ni siquiera la incesante lluvia era capaz de disimular la capa de mierda que flota sobre la zona. Lo que no es inexacto es lo de que el aire es tan puro en general que los olores se sienten desde a tomar por saco, con lo que al acercarse a BKK aquello apesta que quieres morir.

En serio, no se si es por el tiempo que llevo viajando por zonas de aire puro y olores agradables, o porque Bangkok es especialmente fétida, pero todos los alrededores de la gran ciudad apestan aún más que mi chaqueta de cordura sudada durante un mes. Y esto es mucho decir.

Al llegar a Bangkok descubrimos que la moda asiática de no permitir el acceso de motos a autopistas (especialmente en el caso de autopistas elevadas, de las cuales BKK está repleta para permitir el tráfico inconmensurable que tiene) se extiende a esta zona del país. Si hasta ahora Tailandia había sido un modelo a seguir por ponernos la vida fácil a los moteros, Bangkok venía a quitarnos la ilusión. Hay que callejear la ciudad.

Esto no sería malo si hubiera tiempo, no fueramos a contrarreloj, fuera de día y no lloviera. Pero ninguna de esas condiciones se daba, así que había que buscar cómo atravesar la ciudad con el menor jaleo posible.

Bangkok es probablemente menos locura de tráfico que Hanoi o Ho Chi Mihn en Vietnam, pero creo difícil encontrar alguna ciudad por encima de éstas comparando el tráfico infernal que habita en su interior. Decenas de miles de motitos (scooters de gas, eléctricas, motos de 50cc trucadas, Harleys, Hondas, y muchos otros modelos que no pude reconocer) se pegan literalmente de hostias por cruzar antes las calles. Para detener esa locura el gobierno parece haber aplicado la práctica de plantar miles de obras de metro y miles de semáforos con rojos de 200 segundos. Así que cuando el semáforo se pone verde te puedes imaginar que aquello es un sálvese quien pueda.

Rodeamos la ciudad salvándonos como podíamos y conseguimos llegar ya entrada la noche a la zona norte donde queda el aereopuerto y la autopista hacia Vien Chang, pero nuestros problemas no iban a terminar ahí: en toda esa autopista, con 3 carriles centrales por cada sentido y una vía extra lateral de 2 carriles más repleta de salidas, paradas de bus y tenderetes donde se paran los camiones, las motos están prohibidas en la zona central (la de 3 carriles, y la única segura). Así que de noche, con lluvia y teniendo que esquivar a la marabunta de gente que no para de entrar y salir a la vía auxiliar, todo el tiempo con el ojo atento al retrovisor porque alocadas furgonetas pick-up se te echan encima a 150 km/h, y se te suben literalmente a la chepa para que les dejes pasar. Así llegamos a duras penas hasta Saraburi, un antro de mierda a unos  100 km de la capital.

De nuevo volvimos a vagabundear por la ciudad pensando que sería fácil encontrar un hotel, pero no, la vuelta ha decidido que va a ser complicada en todo momento y el único hotel que encontramos se pasaba de precio una barbaridad (600 baht la noche). Al final encontramos un hotelucho de mierda en el que en el lobby nos daban 300 baht de precio por noche. Pensamos que era un planazo dados los precios de locura que nos habían pedido y además tenían garaje para las motos (en el mismo lobby del hotel). Una vez pagado pudimos comprobar el craso error de no echar un ojo a las habitaciones antes de pagar.

¡¡¡MENUDO POZO DE MIERDA!!!

¿Sabes esos supercutrehoteles que salen en las películas americanas? Pues esto era aún peor. Dos camas pegadas con un aspecto horrible de no haberse cambiado las "sábanas" en años. Un sofá con el forro abierto y despeluchado. Una mini tele metida en una jaula con candado para que no la robes. Un espejo roto. Un cuarto de baño con un báter  oxidado escoltado por cucarachas del tamaño del candado de la moto. Una bañera corroída con un agujero en el techo justo encima de ella y un cubo recogiendo agua que gotea del aguero. Una puerta con tres candados y agueros en la madera. Y todo aderezado con un olor a cerrado desde hace varios meses. Ah, y el ascensor que en el lobby no funcionaba, en la primera planta tenía una puerta que no cerraba dejando ver el hueco vacío del mismo.

Con esas expectativas decidimos que el equipaje mejor se quedaba montado en las motos, y que nosotros cogeríamos todo lo de valor y nos lo llevaríamos puesto mientras nos ibamos a tomar unas cervezas que nos mamaran lo suficiente como para dormir en aquel antro. Y allá que nos fuimos hasta las 4 de la mañana, viendo pasar trenes una y otra vez.

Por la mañana a eso de las 9 me desperté con el cuerpo más pa allá que pa acá, pero aún así espoleé a Mauro fuera de la cama para irnos de ese pozo inmundo cuanto antes, y tiramos carretera sin manta y sin ningún equilibrio. Cansados, resacosos, asqueados, apestosos. El ánimo parecía que nunca iba a poder mejorar.

A golpe de café en estaciones de servicio y de paradas a repostar y a cafear más aún seguimos tirando millas rumbo al norte. Atravesamos las cementeras del Nakhon Ratchasima y ascendimos a la meseta del nordeste de Tailandia peleándonos en la carretera con los miles de camiones que pululan en esa zona y los asquerosos olores que la infestan. Desde luego hemos conocido la otra Tailandia, la que no huele bien, la que no es agradable y la que no te da ganas de pasear y perderte en ella. Lejos de las paradisiacas costas del sur, los alrededores de Bangkok son en mi pequeña experiencia rodada, una puta mierda.

Rogando al cielo para que no nos inundara como ayer seguimos hacia la frontera, ya muy muy cerca, y planeábamos llegar hasta Nong Khai, donde se encuentra el famoso Puente de la Amistad. La carretera número 2 es aquí una infinita recta sin una sola curva. "Pero oiga, cuando dice recta, ¿se refiere a recta-viga de hormigón o recta-poya?" Excelente pregunta, pues más bien es recta-poya, pero en todo caso recta-poya de Nacho Vidal, porque es interminable y gorda.

La noche se nos echaba una vez más encima y la resaca de la noche anterior no ayudaba nada (tampoco las apenas 4 horas de sueño), así que en Udon Thani, apenas a 40 km de la frontera. Mañana cruzaremos y la contrarreloj intentará llevarnos hasta el paso de Boten-Mengla donde las motos tienen marcado el requisito legal de volver a China, cosa que harán presumiblemente el Lunes, día en que se suponía que volveríamos al curro.

Reloj, no marques las horas... sólo los kilómetros.

[caption id="attachment_536" align="aligncenter" width="480" caption="Kilómetros, kilómetros, kilómetros..."]Kilómetros, kilómetros, kilómetros...[/caption]

2 comentarios:

  1. Después de pasar la noche en semejante antro, supongo que ya puedes decir que eres capaz de dormir en cualquier sitio.
    Supongo que esto al final es bueno, la experiencia vivida siempre tiene que tener algún equilibrio entre las cosas buenas y las malas. Si todo fuera idílico, quizá no podrías aportar mas que postales bonitas y palabras grandilocuentes acerca del viaje.
    Lo feo, lo malo y lo apestoso también aporta algo a tu vida. Ahora tienes una importante referencia a la hora de enjuiciar y comparar un Hotel... :)

    ResponderEliminar