Así en Laos como en Tailandia

laos nos estaba gustando tanto que una idea estúpida pasó por nuestras cabezas: prolongar Laos viajando hacia el sur y salir por la capital, Vieng Chang (o Vietiane, según quién lo escriba). Al final descartamos la opción pero sólo porque para eso habría que volver atrás en la carretera, de modo que seguimos rumbo a Huay Xai a cruzar el Mekong.

Aproximadamente 6 minutos después de salir de Luang Namtha, el monzón dijo "hola".

Si no has estado nunca en un área de monzones no puedes entenderlo: el monzón es agua, agua, agua y mucha muchísima más agua. Con fuerza, sin avisar, cayendo sobre tí como si el mundo se fuera a acabar. Da igual cuánto te protejas, cuánta ropa impermeable lleves: la cantidad de agua es tan abrumadoramente bestial que encontrará el camino necesario para calarte.

Y así nos acompañó, 150km. Sin parar.

Atravesamos el area protegida de biodiversidad de Nam Ha en el norte del país, un bosque tropical alucinante con árboles centenarios modelados por la lluvia y el viento con formas imposibles propias de Tim Burton. La carretera era, contra todo pronóstico, sencillamente perfecta. Amplia, bien señalizada... Hubiera sido un viaje increíble de no ser por la lluvia, que entre otras muchas cosas nos impidió sacar fotos.

Por suerte al llegar a Huay Xai la lluvia nos dio un merecido respiro para decir adiós al país con una tranquila sonrisa. Unas pocas vueltas de aduanas después y estábamos listos para cruzar el río.

Ya en el ferry nos encontramos con un grupo de turistas chinos que hicieron las delicias de Mauro al permitirle recuperar su idioma favorito durante un rato. Muchas fotos, muchas charlas e incluso choteo con uno de ellos que resultó ser policía y le hacía mucha gracia lo de que fueramos por la autopista.

Al llegar al otro lado descubrimos que la burocracia en Tailandia es aún peor que la de Laos. Tardamos casi 3 horas en obtener todos los papeles de turno. La próxima vez nada de ferrys, ¡puentes, por favor!

Conseguidos los papeles sólo quedaba acordarse de conducir por el lado (in)correcto. Sorprendentemente no es nada difícil, aunque a Mauro se le olvidó un par de veces.

En nuestra euforia por haber pasado otra frontera más, empezamos a tirar millas. Aquí todas las carreteras parecen autopistas, así que es bien fácil. Los mapas dicen que estamos en la zona montañosa de Tailandia, pero yo me quiero reír: pasar una curva a menos de los 90 km/h que esta moto tiene de velocidad punta es sólo necesario si quieres observar detenidamente el paisaje.

Paramos a comer algo, porque en las calles todo huele a comida rica, y aquí es cuando descubres que ni cristo habla inglés en este país. Ni inglés, ni chino, ni hostias. "Sabaidii". Hola. Es todo lo que nuestra comunicación alcanza. Ni siquiera a pedir comida no picante. Joder la puta como pica todo aquí.

La noche se nos echa emcima, y el problema del idioma llega a extremos.como que nadie entiende "hotel". Debe ser el único idioma en el mundo en el que no se entiende esa palabra. Así que seguimos p'alante confiados en que encontraremos algo. Y la lluvia vuelve de nuevo.

Las carreteras son estupendas, pero conducir de noche por sitios desconocidos sin saber ni dónde podremos dormir y en medio del monzón no es agradable ni muy seguro. Pero en esta situación no podemos hacer más que seguir, siempre siempre seguir adelante. Atrás no entra en nuestro diccionario.

En un momento dado decido parar a preguntar, y dos tipos apenas son capaces de comunicarse dibujando carreteras, sugiriendo que vayamos a Chiang Rai que está a 90 km. Entonces otro tipo cruza la carretera hablando inglés: "Helloooooo my frieeeeeends, do you neeeeed somethiiiiiiing?". La tipa que estaba hablando con nosotros nos hace señas como "¡no le escuches, no!". Le explicamos que buscamos un hotel, y aún más amaneradamente nos dice que por aquí nada pero que podemos dormir en su casa. Miro a Mauro. Ya ha encendido el motor y está picando rueda. No dos veces, por favor.

Por suerte el siguiente cruce de carretera tiene un hotel. Lluvia, nos vemos mañana.